Descripción
San Francisco de Sales
En esta nueva publicación aparece una de las facetas menos destacada por los historiadores de San Francisco de Sales: la de taumaturgo (obrador de milagros). Este extraordinario poder sólo lo otorga Dios a sus más queridos servidores, y de forma muy abundante se lo dio a San Francisco. Durante un período de cuarenta y tres años, es decir, desde la fecha de su muerte a la de su canonización (1622-1665), las maravillas obradas a diario junto a su tumba como en otros lugares fueron tales que no puede uno por menos que quedar profundamente impresionado y al mismo tiempo sobrecogerse con religioso asombro, mientras se repasan los documentos que acreditan sus milagros. Francisco de Sales pasó su vida haciendo el bien y lo continúa haciendo y nos habla mediante sus obras. Sus oídos escuchan los gemidos que suben de esta tierra; su alma grande es siempre accesible a todas las angustias de este valle de miseria y hemos visto que desde el momento en que ciñó la corona de la inmortalidad no ha cesado, mediante prodigios innumerables, de consolar los corazones llagados y de aliviar los sufrimientos de todos aquellos que han recurrido a él. Mas… ¿Tiene cabida en la literatura espiritual de nuestros días esta antología de milagros obrados por intercesión del gran taumaturgo? ¿No nos encontramos en medio de una sociedad reacia a los milagros, a todo lo que tiene sabor a sobrenatural y supera las capacidades normales de la naturaleza? Tal vez. En nuestra sociedad de consumo, de lo práctico, de las prisas, ¿hay tiempo para reflexionar que esto no es lo único que existe y qué tenemos a diario la necesidad de Dios en el transcurrir de nuestras vidas? Y sabemos que Dios viene en nuestra ayuda cuando recurrimos a Él en la oración con fervor y humildad. Porque Dios existe y este verdadero Dios es Amor.